Es innegable que el cáncer es una de las enfermedades más temidas por la humanidad, y no respeta grupos de edad ni posición socioeconómica. Lamentablemente, los niños se encuentran entre la población más afectada, y el hecho de atravesar por este mal atrae diversas secuelas.
Sin embargo, debemos mencionar que en tiempos recientes los niños que han recibido tratamiento sufren menos consecuencias por la enfermedad en sí. Son principalmente los tratamientos los que dejan más secuelas, es decir, problemas de salud que se desarrollan una vez concluido el proceso.
El riesgo de aparición de secuelas depende de diversos factores. Entre ellos, podemos enumerar el tipo de cáncer y su ubicación en el cuerpo, el área tratada del cuerpo, el tipo de tratamiento y dosis aplicada, la edad en que se recibe el tratamiento, antecedentes genéticos y familiares, el estado general de salud, entre otros.
Algunas de las secuelas tienen que ver con problemas emocionales. Con el tiempo, es posible desarrollar ansiedad, depresión y temores de reaparición del cáncer, así como traumas que lleven al superviviente a evitar todo tipo de atención médica, lo cual puede ser riesgoso para la salud en el mediano y largo plazo.
Otro tipo de secuela se asocia con el riesgo de desarrollar cánceres secundarios que, por lo general, son distintos al original. Los más recurrentes dentro de este tipo son el cáncer de mama, tiroides y piel. La aparición de cánceres secundarios está mayormente vinculada a las radioterapias y ciertos tipos de quimioterapia.
Los problemas reproductivos y de desarrollo sexual también figuran entre las posibles secuelas luego de recibir determinados tratamientos contra el cáncer. Un ejemplo es la infertilidad.
Otras secuelas se manifiestan como problemas del desarrollo, crecimiento y hormonales, al afectar glándulas que forman parte del sistema endocrino y controlan diversas funciones corporales como el crecimiento, el metabolismo y la pubertad. Las radioterapias suelen estar más asociadas a este tipo de secuelas.
Existen todavía más formas en que las secuelas pueden manifestarse: problemas de memoria y aprendizaje, cardiacos, pulmonares/respiratorios, bucales, digestivos/gastrointestinales, auditivos y visuales/oculares.
Con el paso de los años y los avances científicos y tecnológicos, se han desarrollado tratamientos cada vez menos agresivos o con menor potencial de dejar secuelas. Sin embargo, hablar con nuestro médico sobre cómo detectarlas, prevenirlas o manejarlas sigue siendo importante una vez finalizado el tratamiento, o cuando está cerca de terminar.