La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es un tipo de cáncer de la sangre y la médula ósea que afecta principalmente a los glóbulos blancos inmaduros, llamados linfoblastos. En niños y adolescentes, esta es la forma más común de cáncer, representando más del 60% de los casos diagnosticados antes de los 18 años, según datos del Instituto Nacional de Pediatría (INP) y la Sociedad Mexicana de Oncología Pediátrica (SOMOP).
“La leucemia es una proliferación descontrolada de células inmaduras en la médula ósea que se diseminan a través del torrente sanguíneo, afectando el funcionamiento de diversos órganos”, explica el Dr. Eduardo Roberto Caballero Lugo, hematólogo pediatra del Hospital Regional de Alta Especialidad “Dr. Ignacio Morones Prieto”.
A pesar de ser la forma de cáncer más frecuente en menores de edad, la LLA es también una de las más tratables. Con diagnóstico temprano y un esquema terapéutico adecuado, la tasa de supervivencia puede superar el 80%, según la Secretaría de Salud. Sin embargo, esta cifra varía considerablemente según el acceso a atención médica especializada.
En hospitales de alta especialidad y con protocolos internacionales de tratamiento, como el Protocolo Internacional BFM (Berlin-Frankfurt-Münster), las tasas de curación pueden alcanzar el 85% o más. No obstante, en zonas rurales o sin acceso a oncología pediátrica, la probabilidad de curación se reduce significativamente.
El Observatorio Global de Cáncer (GLOBOCAN) reporta que, en México, el cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad en menores de entre 5 y 14 años. Cada año, se diagnostican aproximadamente 5 mil nuevos casos de cáncer infantil, de los cuales cerca de 2 mil 500 son leucemias, según la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC).
El futuro del tratamiento de la leucemia linfoblástica aguda ya se está transformando con nuevas estrategias como anticuerpos monoclonales, terapias dirigidas, inhibidores de proteínas específicas y terapia génica CAR-T, que buscan eliminar células malignas sin afectar las sanas. Aunque en México estas terapias aún son limitadas y costosas, su adopción progresiva podría elevar las tasas de curación y disminuir los efectos secundarios devastadores de la quimioterapia tradicional.
Educación, conciencia y apoyo institucional: claves para el cambio
Además del tratamiento médico, la educación pública sobre signos de alarma, como palidez, fatiga extrema, fiebre persistente, moretones frecuentes y sangrados nasales, es fundamental para mejorar el diagnóstico oportuno.
Asimismo, es urgente fortalecer la cobertura universal y homologar los tratamientos oncológicos infantiles en todas las entidades del país. Actualmente, los padres de niños con cáncer enfrentan obstáculos que van desde la escasez de medicamentos hasta la necesidad de trasladarse cientos de kilómetros para acceder a atención especializada.