El tumor de Wilms (WT), también conocido como nefroblastoma, es una preocupación significativa de salud, particularmente entre los niños. Esta malignidad representa el 90% de los cánceres renales en pacientes pediátricos, afectando predominantemente a aquellos menores de ocho años. Estudios recientes han identificado varios factores de riesgo ambientales y modificables que podrían influir en la incidencia del WT, arrojando luz sobre vías para la prevención primaria.
Una revisión sistemática y un meta-análisis de estudios epidemiológicos, que abarca aproximadamente 10,000 casos diagnosticados entre 1953 y 2019, confirmaron diversas asociaciones. Por ejemplo, el peso al nacer alto, definido como superior a 4000 gramos, surgió como un factor de riesgo notable. El análisis mostró un tamaño del efecto (ES) combinado de 1.54 con un intervalo de confianza (CI) del 95% de 1.20–1.97, lo que sugiere una correlación significativa entre el peso elevado al nacer y la probabilidad de desarrollar WT.
En relación con el modo de parto, se encontró que los niños nacidos por cesárea (C-section) mostraron una mayor propensión al WT. El nacimiento prematuro, caracterizado por una edad gestacional de menos de 37 semanas, también indicó un mayor riesgo. Además, ser grande para la edad gestacional (LGA) se asoció con un aumento del riesgo de WT.
La exposición ocupacional de los padres a pesticidas durante los periodos de preconcepción y embarazo representa otro aspecto relevante que aumenta el riesgo de WT. En este contexto, la exposición materna demostró un ES de 1.28, mientras que la exposición paterna indicó un ES algo mayor, aunque menos preciso, de 1.48. Estos hallazgos subrayan los posibles peligros de la exposición a pesticidas en entornos ocupacionales, destacando la necesidad de medidas preventivas para mitigar este riesgo.
Por otro lado, ciertos factores protectores fueron identificados en los estudios. Principalmente, la lactancia materna surgió como beneficiosa, con una reducción en el riesgo de WT. La ingesta de ácido fólico y otras vitaminas no especificadas durante el embarazo también mostró efectos protectores, destacando la importancia de una nutrición materna adecuada durante los períodos críticos del desarrollo fetal.
El papel protector de la lactancia materna contra el WT se alinea con sus beneficios más amplios en la reducción del riesgo de otros cánceres infantiles y enfermedades inmunológicas. Esto enfatiza la importancia crítica de promover las prácticas de lactancia materna y garantizar el acceso materno a vitaminas esenciales y ácido fólico durante el embarazo.
Cabe destacar que varios factores no mostraron una asociación significativa con el WT. Estos incluyeron bajo peso al nacer (menos de 2500 gramos), ser pequeño para la edad gestacional (SGA), tecnología de reproducción asistida (ART), edad parental y el consumo de tabaco o alcohol materno durante la preconcepción o el embarazo. Asimismo, la exposición ocupacional paterna a campos magnéticos de frecuencia extremadamente baja (ELF-MF) y la exposición materna a rayos X durante el embarazo no demostraron un aumento del riesgo.
Estos hallazgos subrayan la necesidad de intervenciones y políticas dirigidas para mitigar los riesgos identificados y mejorar los factores protectores. Comprender estas asociaciones es crucial para desarrollar estrategias efectivas de prevención del WT y, en última instancia, reducir la carga de este cáncer infantil.